En nuestros días de ciudades en expansión volcadas a entronizar los caprichos pasajeros antes que lo más clásico de la humanidad, el baile llega a ritmo de caracol a las aulas públicas. Pero para dar consejo a las vocaciones o a quienes gustan de bailar, surgen las iniciativas privadas, como una academia en Badajoz levantada por una bailarina que, junto a sus compañeras de oficio, son corresponsales de la Cuba donde el ansia por el baile no se rinde al descanso.