El pintor renacentista no es fotógrafo, no copia realidades. Crea escenas y gestos, objetos y figuras de la nada y los colores. Imagina, piensa, plasma... Luis de Morales murió en 1586, quizás a los 76 años. Mezcló enseñanza italiana con severidad nórdica, germánica y portuguesa, acuerdo entre el sentimentalismo flamenco con el fervor de los tallistas del sur. Forjó algo propio. Hoy sus obras se reparten en los grandes museos. Encarnó un instante fugaz, pero importante, en la historia del arte.