Ha pasado más de una década desde la crisis alimentaria del ‘mal de las vacas locas’, pero sus efectos siguen presentes para las aves carroñeras. Este hecho trajo consigo una transformación radical de la normativa sanitaria europea que prohibía el abandono de animales muertos en las fincas. Una polémica reabierta recientemente y extendida a los cazadores con el decreto de la Junta de Extremadura que establece la obligación de que en cada montería, batida o gancho, los restos de animales de caza mayor, a excepción del trofeo, sean retirados por una empresa especializada. En el otro lado, nos encontramos a unos animales que perdieron su base alimenticia en los campos extremeños desde entonces. Estamos hablando de los carroñeros.