Los ferroviarios de la localidad de General Pico fueron el motor del progreso de la región pampeana. Pero, cuando el 27 de noviembre de 1958 decretaron un paro para reclamar aumentos salariales y en protesta por el desmantelamiento que sufría el área ferroviaria en el país, fueron detenidos por los militares y cargados como ganado en camiones-jaula hasta Buenos Aires. Su destino final fue la cárcel de la isla Martín García. Las luchas de los obreros de General Pico continuaron y sus principales militantes fueron perseguidos. Lo que queda de los ferrocarriles, hoy día, perdura como el emblema histórico de aquellos tiempos.