En 1761 Lorenza, de 40 años, viuda y miembro de una comunidad amerindia, fue acusada de quebrantar la salud de una de sus vecinas por medio de la hechicería. Josep Martínez, alcalde indígena del pueblo de Tuama, en Santiago del Estero, la denunció ante el Cabildo de haber provocado con “arte diabólico” la mudez y la parálisis de las extremidades de María Antonia, sobrina de su esposa y criada suya. Se hizo el juicio, que incluyó la aplicación de tormentos. Lorenza murió en la prisión del Cabildo. Su cuerpo fue exhibido en la plaza de la ciudad de Santiago del Estero como modo de escarmiento.