A comienzos del siglo XIX, la sociedad patriarcal se encontraba en su apogeo. La historia de María de los Dolores Acosta, acusada de “inclinarse a la libertad sin quererse arreglar a una vida regular”, nos acerca a los valores de honor que en aquel momento manejaban los varones. La denuncia del esposo, Domingo León, concluyó en un período de reclusión en la Casa de Ejercicios Espirituales, que funcionaba como un espacio para la vigilancia, corrección y castigo a las mujeres consideradas desobedientes e insubordinadas.