Marta Abaca fue durante décadas la enfermera que viajaba en la única ambulancia de Ramallo, cerca de Rosario. Luego de atravesar una tragedia familiar, dejó su profesión para abrir un comedor y dedicarse a alimentar y a enseñar a leer y escribir a decenas de niños. Javier Olivera nos muestra las alegrías y los vaivenes de esta ocupación habiendo pasado los setenta.