‘¡Bien dicho!’ recorre los caminos de Aragón en busca de las palabras propias de nuestra tierra. María de Miguel conoce de primera mano el difícil trabajo de los “peones camineros” de Luco de Jiloca (Teruel). En su “casilla”, situada en mitad del camino que vigilaban, todavía conservan el “chapo”, la “zada”, la “segur” y más utensilios con los que “reprochar” y muchas más faenas. Como el camino será largo, realiza una parada en el restaurante de carretera de Calamocha donde va a descubrir la razón por la que siempre tienen tanto “estrapalucio” y gente comiendo su “sepia del Jiloca”. Para hacer más transitable el camino entre Panticosa y El Pueyo de Jaca, Federico Contín coge la “astraleta” y ayuda a “desbrozar” de “fabos” y “buxos” los “pacos”. María de Miguel recorre las “cabanyeras” de Ponzano (Huesca), por donde el “ganau” ha dejado de transitar, pero los pastores han conservado tradiciones como el “recau”.