Yolanda y los Corsarios abren la puerta de la cámara y encuentran el tesoro esparcido ante sus ojos. En el interior de la cámara, está también la tumba del Corsario Negro, cuya imagen cuenta a Yolanda cuál es el verdadero tesoro: el poder del amor. Cuando Yolanda comienza a asimilar esto, aparece Wan Guld dispuesto a robarles el tesoro de los Corsarios. Está a punto de producirse una batalla cuando la tierra tiembla y el volcán de la isla entra en erupción. Wan Guld y sus hombres corren, pero nuestros héroes quedan atrapados. Escapan subidos a una “balsa” de piedra que flota sobre la lava fundida. El tesoro se aleja flotando en otra balsa de piedra y la tumba del Corsario Negro flota sobre una tercera balsa. Yolanda y los Corsarios se dirigen al poblado indígena, que está a punto de ser destruido por el volcán. Alguien debe arriesgar su vida para salvar el poblado: Albert, para compensar el tiempo que pasó al servicio del malvado Wan Guld, realiza el sacrificio supremo. Al mismo tiempo