Yolanda y los Corsarios van caminando por la selva en busca de los pájaros Glu Glu cuando son rodeados por un grupo de nativos que les capturan. Su jefe, Atzul, ordena que les lleven al poblado, mientras él se dirige a Wan Guld y le incita para que se apodere del reino de Darein. Luego le revela que ha capturado a Yolanda. Los corsarios están encerrados a escasa distancia del poblado. De repente, se abre la celda; Valera les espera fuera. La lucha encarnizada termina con la intervención de Neala, que hipnotiza a los hombres de Wan Guld y condena a Atzul al exilio. Las muchachas se reconocen: ¡Neala es la hija del Corsario Rojo! Todos se dirigen inmediatamente hacia la pirámide donde se encuentra oculto el Cetro Rojo. Allí descubren que el lugar está plagado de trampas y monstruos.