Mic llega a la antigua China, concretamente a la Gran Muralla. Practicando un poco de karate, la destruye en un momento. Este ?accidente? no altera demasiado su viaje: se entera de que el emperador Chop-Suey, de la dinastía Ming, ha convocado un concurso de inventos. Allí se presentan objetos que cambiarán la historia mundial: la pólvora, la brújula, la hamburguesa... Sin embargo, el afortunado vencedor es Go-Ling, que presenta por primera vez en China un juego llamado fútbol. Los chinos, que hasta ahora se divertían con las sombras chinescas, los pasacalles de dragones y los petardos empezaron a aficionarse al fútbol. Para inaugurar el primer estadio de China, el emperador Chop-Suey organizó un partido entre el Deportivo Ding Dong, capitaneado por Go-Ling, abanderado del juego limpio y el Atlético Co-Chi-Ning entrenado por Chang-Chu-Yo, que prefería la violencia. El encuentro fue arbitrado por Mac Pih-Tong, el cual tuvo que agudizar sus rasgados ojos para invalidar los muchí