D’ARTACAN se recupera, pero tiene que dejar su caballo como pago del hotel. Mientras camina por París es salpicado por un carruaje que conduce una preciosa joven, quien se disculpa por el incidente. A su llegada a París, no le permiten que visite a M. DE TREVILLE, Capitán de los Mosqueperros, sin una carta de recomendación. Sin un céntimo, tiene que dormir en la calle y le despierta el agua que está utilizando JULIETA para regar las macetas.