No queda un solo león adulto en todo el Imperio. Bueno, sí... uno. Tras discutir nuevamente con los gladiadores que es un león y no un ser humano, Fang, triste, va a dar un paseo por el bosque y termina siendo atrapado por los cazadores de Gluteus que lo envían en barco a Roma para que participe en los Juegos. El Equipo de Gladiadores tendrá que ir a Roma y luchar en el Coliseo para rescatarle. Cuando salen al foso, un público hambriento de sangre queda perplejo al ver cómo estos misteriosos gladiadores logran deshacerse de sus rivales de forma divertida, sin derramar sangre. Iracundo, Gluteus pide que saquen a las bestias. Espera que se coman vivos a los gladiadores. Pero, durante su encarcelamiento en Roma, Fang ha conseguido expandir la llama de la insurrección entre los animales. Ahora todos quieren ser gladiadores y que se les trate correctamente, con el respeto que merecen. Fang y los demás animales se alían con sus amigos para terminar el combate y regresar a Cornucopia sanos y