Cuando Sinus decide encargar al artista griego Columno que esculpa estatuas de tamaño natural de todos nuestros gladiadores, no sabe que Cadius ha contratado al siniestro escultor para que utilice su magia negra contra nuestros héroes. Columno esculpe réplicas de Fracas, Hocus, Rumpus y Arena. Pero, cuando Sinus destapa las estatuas de piedra a la entrada del Coliseo, éstas empiezan a brillar amenazadoramente, aumentan un metro de tamaño y atacan a sus homólogos humanos con una fuerza aparentemente imbatible. Las estatuas humillan a nuestros héroes gladiadores en el foso y luego se llevan a Sinus como rehén, destrozando Cornucopia a su paso. Nuestros gladiadores intentan hacerles frente, pero cada vez que intentan el rescate sus fuertes homólogos de piedra les acosan y atormentan. Cuando la situación empieza a parecer desesperada, a Audia y Rina se les ocurre la solución: la mejor forma de romper una estatua es utilizar una piedra más dura, como el diamante. Eso es precisamente lo que