¡Clarita está viva! Por fin parece que los Garcés pueden tener una alegría, por ello, Luisa decide retomar su actividad pintora al tiempo que descubre que su boceto se completa por las noches; a su vez, a su hermano Pablo le empezarán a cantar las sirenas como a Ulises para juntarse con Raimundo, puesto que ya se sabe que lo prohibido, por el hecho de estarlo, suele atraer más. El Salón de té verá como Marta sigue bajo el yugo inquisidor de su tío Higinio, y finalmente la maestría en la repostería de Pietro conseguirá que los helados se queden en la carta de La Moderna. Para disgusto de Trini, Miguel rechaza su oferta de buscarse otro trabajo fuera de la galería.