El enigmático Balbín finalmente comprende que no conseguirá convencer a don Jaime en su idea de transformar la galería, y por ello deciden darse un armisticio. A su vez, desde los cristales de su despacho, el propio don Jaime verá la alegría que su compañero don Fermín obtiene de ver el reportaje, que finalmente ha salido en la prensa sobre su ilustre negocio. No será la única algarabía que vivan ahí, puesto que casi la totalidad de sus trabajadores se disponen a recibir al hijo de Pietro en la corrala, habiéndole montado un guateque informal. Por último, ya se sabe que el que con lobos anda, a aullar se enseña, y es justamente lo que pretende Higinio, el tío de Marta, al azuzar a su sobrina a perpetrar actos en contra de su voluntad.