Son las dos grandes aspiraciones que casi todos tenemos: tener un buen trabajo y que además nos apasione. Muy pocos lo consiguen pero hay quien no desiste y se emplea a fondo en hacer de su afición una forma de vida. Un enterrador puede encontrar su inspiración literaria en su lugar de trabajo y además regentar una tienda de lencería, una peluquera impartir clases de baile flamenco y hacer galas en bodas y eventos y un profesor ser “inventor” de cualquier cosa, como un “anti piojos” infalible.