Incombustible, a pesar de que los 70 reposan en el olvido y a pesar de que el movimiento hippy ha quedadado casi diluido. Ibiza ha sabido consensuar su espíritu más auténtico con los viajeros que en verano inundan este paraíso nacido para el dolce far niente. Sus fronteras son su cielo y sus aguas transparentes, su color: el blanco que lo inunda todo; sus símbolos: su muralla renacentista, una de las más importantes del Mediterráneo, y su Catedral dedicada a la Virgen de las Nieves, aunque aquí nevar, nevar, pues va a ser que no...