En el corazón del Sáhara, el siroco está despertando. Este viento se origina en el calor del desierto y se eleva hacia el norte. A su paso, en pocas horas, las temperaturas suben unos diez grados, su fuerza levanta la arena que, a su paso, amenaza con sepultar el pueblo tunecino de Nouail. Este viento maligno no solo quema la superficie del suelo, sino que eleva el polvo de arena a la atmósfera. Estas nubes de polvo pueden llegar a Europa y cubrir el blanco inmaculado de los Alpes nevados con una capa de ocre. Este manto de polvo procedente de África acelerará el derretimiento y altera los ecosistemas. Este polvo, perjudicial para la salud, es vigilado de cerca por los científicos del Barcelona Dust Forecast Center, que trabajan en la modelización y predicción de tormentas de arena y polvo utilizando uno de los superordenadores más grandes de Europa.