Víctor Ros está hundido tras el asesinato de don Armando. Por eso decide retomar en persona el caso de las prostitutas asesinadas, algo que le impide el comisario Buendía que le asigna un nuevo caso: el asesinato en plana calle del coronel Ansuategui. Los testigos hablan de un hombre pelirrojo y de un gigante de casi dos metros de altura como los asesinos del militar. Todo apunta a una trama anarquista. Pero un extraño suceso hará que Ros sospeche de que eso no está tan claro.