Los educadores aseguran que los niños dedican cada vez menos tiempo a jugar. Ocupan la mayoría de su tiempo en actividades extraescolares como el inglés o las matemáticas donde fomentar su capacidad intelectual. Buscan distracción en la televisión o los videojuegos. Pero abandonan el juego en el que tienen que imaginar y que sirve para madurar emocionalmente. Jugar no es sólo una actividad lúdica sino que estimula el desarrollo social, emocional y cognitivo. Un niño que ha jugado en la infancia será un adulto que sabrá resolver sus conflictos. La falta de oportunidades para jugar puede impedir que un niño crezca integrado y feliz. Psicólogos y educadores se interesan cada vez más por el juego. Hemos ido demasiado lejos en la dirección de enseñar a los niños únicamente a competir. ¿Y los adultos?, ¿también deberíamos recuperar el placer de jugar? ¿Cómo nos beneficia jugar?Jugar también cura. Los videojuegos, a pesar de la fama que tienen como aisladores, pueden tener un uso terapéutico.