Internet se creó como un proyecto militar. Se buscaba una red de ordenadores segura sin control centralizado. Sus usuarios, los militares, sí seguían una jerarquía estricta, pero las máquinas no. Las máquinas se conectaban de forma abierta y libre. El poder estaba distribuido. Por eso, al hablar de Internet se habla de una revolución. Su propia estructura fomenta nuevas estructuras de poder y su uso nos permite definir nuevas relaciones entre quienes ostentan el poder y el resto. Unos como el investigador de la comunicación Francisco Sierra o el experto en redes sociales Francisco Polo estudian y aplican nuevas formas de ejercer el poder a través de la red. Otros como la entendida en primates María Teresa Abelló y el zoólogo Xavier Espadaler estudian cómo se relacionan y cómo son las jerarquías de poder entre especies como los monos y las hormigas.