La pubertad es extraordinaria. Lleva varios años completar la metamorfosis, pero no hay vuelta atrás, el niño se convierte en adulto. Y en ese tiempo de la adolescencia el cuerpo es una fiesta de hormonas. En torno a los 7 años se empieza a producir una hormona que hace que el olor a bebé se convierta en un recuerdo del pasado y desde entonces, nuevo vello, cambios de voz, estirones y nuevos comportamientos y emociones son regulados por las hormonas. De adulto esas moléculas siguen siendo las protagonistas de gran parte de lo que hacemos y sentimos. Detrás del estrés, la sed o el sueño están las hormonas, las mensajeras del cuerpo humano. Tres 14 entrevista a Irene Halperín, endocrinóloga del Hospital Clínic de Barcelona, que nos explica que son y cómo funcionan esas moléculas que controlan nuestro mundo interno.