La cara ha evolucionado a lo largo de millones de años. La fisonomía del rostro depende de la forma del cráneo y, desde el Australopithecus hasta el Homo Sapiens, tanto el cráneo como el rostro de nuestros antepasados ha cambiado mucho. Por ejemplo, las estructuras óseas de las cejas. Antes iban de un ojo a otro como una visera y servían como viga de sustento de las grandes mandíbulas que teníamos. Los pómulos también eran muy protuberantes, pero se han ido modificado debido a la disminución de las mandíbulas por el cambio en la alimentación. Compartimos ojos, nariz y boca con el resto de animales, pero hay algo en nuestra cara que nos hace un tanto peculiares: la frente. Tenerla completamente recta es una característica nuestra, de los Homo Sapiens, y no es simple fisonomía, sino que nos indica un cambio en el cerebro y, por tanto, mental. Desde entonces tenemos la capacidad de planificar el futuro, de anticiparnos. Tres 14 entrevista a Assumpció Malgosa.