En el Darling Harbour solo se levantó un brazo y fue el Brahim Aslouh, Rafael Lozano lo intentó pero el balita se tuvo que conformar con la plata. Los asaltos iban pasando y el español por mucho que se dejaba la vida en golpear los puntos no subían, debido a los contrataques del galo. El tiempo corría y no había forma de lograr el golpe que dejara K.O a Aslouh, que advertido de la rapidez del español, se mantuvo alejado todo el tiempo gracias a su gran envergadura. "Ya tengo un bronce, y para qué quiero otro", repetía Lozano para motivarse durante los Juegos, por lo que en el podio se le pudo ver con gesto serio. Sin embargo, enseguida disfrutó del éxito y valoró su plata que defiende con orgullo. Su agilidad quedará para la historia: era capaz de dar 600 golpes por minuto llegaba, aunque su marca más habitual eran los nada despreciables 400 golpes.