España acababa de ganar su primera medalla olímpica de la historia en natación sincronizada y tenía hambre de más. Entraron en la final por equipos, con un plantel compuesto por Gemma Mengual, Andrea Fuentes, Thaïs Henríquez o Paola Tirados, entre otras, lideradas por Anna Tarrés. Querían romper la hegemonía de las rusas y apostaron por una coreografía titulada 'África' que les otorgó una nota de 98,251 en la rutina libre, suficiente para conquistar la plata, escasa para dar caza a las rusas que volvieron a ser oro olímpico. Después de los juegos olímpicos de Atenas, tuvieron cuatro años para cambiar y renovarse. En esta metamorfosis también estaba la búsqueda de ejercicios más complejos y exigentes que les lograse acercar a conseguir la tan ansiada medalla. Aquella generación de nadadoras, ya retiradas, sigue vinculada al agua como entrenadoras.