El tirador vallisoletano arrancó muy fuerte las primeras rondas de la prueba olímpica, situándose casi siempre entre las primeras posiciones en las 10 tandas de 60 disparos. Al final de la competición tenía 550 puntos, que le otorgaron el segundo puesto. Ya en Finlandia, el español rompió el gatillo de su arma y tuvo que comprarse una nueva. Era un arma suiza que valía 15.000 pesetas, mucho para la época, y que tuvo que pagar de su bolsillo. Además de Helsinki 1952, donde consiguió su primera medalla, participó en Londres 1948 y se retiró en Roma 1960. Posteriormente, donó su medalla para recaudar fondos para los damnificados de la Gran Riada de Valencia en 1957.