Pese a la creciente presión internacional para un alto el fuego, Israel insiste en su mensaje: la guerra no acabará hasta eliminar a Hamás. Y preocupan cada vez más las repercusiones para la estabilidad global tras la escalada en torno al mar Rojo. En Tel Aviv, familiares de rehenes se manifiestan durante 24 horas para pedir que vuelvan a casa.