En la década de los 70 todo el mundo conocía ya a Antonio Machín y a sus "Angelitos Negros". Salió muy joven de Cuba y se afincó en España, por lo que en su país natal es hoy casi un desconocido. A través de la radio, la cálida voz de Machín enamoró a la España de la postguerra. Las salas de fiestas se llenaban para bailar al son de sus boleros y de sus inseparables maracas.