De los innumerables tesoros de la Polinesia Francesa, el archipiélago de las Marquesas es sin duda el más singular. A diferencia de Tahití, el archipiélago cultiva su singularidad tanto en la abundante y salvaje naturaleza de sus islas, como en su cultura, que no tiene parangón con ninguna otra isla. Sus habitantes reciben a los visitantes con un sincero deseo de compartir sus tradiciones, que estuvieron a punto de desaparecer hace unas décadas.