Desde su condición precoz como sex symbol hasta su consagración como cineasta, la historia de Jodie Foster trata sobre una lucha feminista, librada dentro y fuera de la pantalla. Una mujer cerebral de habla francesa entre las tontas de Hollywood: el enigma de Jodie Foster es difícil de resolver. Sus primeros años cuentan una historia diametralmente opuesta a su imagen actual: era una niña demasiado influenciada por las imágenes y la industria del cine. En sus películas más queridas, ya sea Silence of the Lambs o Panic Room, es la encarnación de la singularidad: una belleza fría, un ícono que desafía todos los códigos del glamour de Hollywood. Hermosa pero nunca pasiva, heroica pero no masculina, sexual pero no erotizada: cultiva su sutil y paradójica androginia de película en película.