En 1954, Ava Gardner estaba a la altura de su gloria: una señora principal para MGM, dos matrimonios breves, algunos asuntos tumultuosos, una serie de películas legendarias - The Killers, Pandora y el holandés errante, Mogambo, la Condesa descalza - y ella Las miradas fotogénicas excepcionales la habían hecho una estrella mundial. A los 28 años, Ava decidió dejar Hollywood y Frank Sinatra para trasladarse a Madrid, la capital de un país en el dominio de la dictadura, experimentando pobreza y represión.