En los confines occidentales de Zimbabue, hubo un rey que gobernó durante 13 años en su hogar, la naturaleza africana. Se llamaba Cecil y había nacido para reinar. Sus rugidos eran el sonido de la fuerza. Fue el protector de una manada y el padre de una nueva generación. Un héroe, un hermano y un símbolo. Pero, un día, su vida fue segada por un cazador. Entonces el mundo respondió. Su muerte provocó rabia y tristeza en todos los que escucharon su relato. Una vida gloriosa y un legado extraordinario. Como todos los grandes relatos, el de Cecil encendió la llama de un fuego que arrojó luz en todo el planeta sobre la difícil situación de los leones. Un solo ejemplar que cambió el mundo. Este es su legado.