Cuando el cineasta Juan Alfredo Amil recibe la información de que una operación rutinaria podría poner en riesgo su vida, debido a la obesidad mórbida que padece; sólo encuentra una manera de combatir su estado de pánico: Rodar una película sobre ello. Pero la tensión provoca que viejos demonios personales comiencen a aflorar, y lo que en un principio parecía ser una fábula sobre el miedo a la muerte, acabará convirtiéndose en el testimonio filmado de cómo su vida personal se derrumba ante sus propios ojos... o, más bien, ante su cámara. No tardará en darse cuenta de que él no es el héroe de su propia historia. Es el villano.