Este viaje lleva a Marta y Touri hasta Brihuega para visitar el mayor museo de miniaturas del mundo.Una colección impresionante heredada del Profesor Max, un ilusionista de fama mundial en los años 50. Javier, sobrino de Max y director del museo, comenta con ellos que también tiene ciertas dotes de ilusionista y se ofrece a hipnotizarles. Al salir de allí, Touri no logrará recordar ni su nombre y cada vez que oiga la palabra “hambre” reacciona de forma extraña. En la rotonda de la Antártida, por ejemplo, situada en Azuqueca de Henares, sentirá un frío incontrolable. En Valdemeca, observando las esculturas que reproducen a gran parte de los habitantes del pueblo, Touri se queda petrificado, como si se hubiese convertido en una más de las esculturas. En Cívica, empieza a correr sin más, apareciendo por casualidad en el taller de cerámica de Mariano. De allí marchan a Buenache de la Sierra para visitar la exposición de troncosaurios y el restaurante las Pedrizas, donde Touri empieza a rec