En este capítulo viajamos hasta la Parroquia de Coaña, donde Ana continúa con su legado familiar: el cultivo de la tradicional faba asturiana. De joven se marchó a estudiar arquitectura a la ciudad, pero, con el tiempo, decidió volver y estar cerca de sus raíces. La segunda parada es en Burbáguena, allí conocemos a José Azul, un artista y forjador que, con utensilios del pasado, crea obras para embellecer los pueblos. Cuando era niño, José veía los aperos y herramientas de trabajo de su padre e intuía en sus formas diferentes pájaros o la silueta de infinidad de insectos. A día de hoy, plasma en sus piezas aquellos sueños infantiles. La belleza de los animales y vegetales siguen siendo su mayor fuente de inspiración, contrastando con la rudeza que conlleva la forja.