Hilario es uno de los últimos albarqueros de Cantabria. Son tantos años vaciando, tallando y decorando estos zapatos tradicionales, que ya ni recuerda cuándo aprendió. Se trata de un oficio que ha ido pasando de generación en generación, pero con el tiempo, las albarcas han dejado de usarse en el campo y, ahora, solo se encuentran en ámbitos folclóricos. Y, en el pueblo murciano de El Salado, Pilar decidió montar una clínica veterinaria ambulante. Debido a la dispersión habitual del rural y a los animales de gran tamaño, resulta muy complicado el desplazamiento a un lugar concreto y común. Para dar respuesta a todo tipo de necesidades, Pilar ha puesto en marcha un hospital móvil con el que lleva sus servicios a la puerta de casa o de la granja.