En Gipuzkoa, Ruralitas conoce a Karlos, un tallista que vive en Larraul y que transforma la madera de su entorno en piezas artísticas. El vínculo de Karlos con el campo es constante, ya que sus padres fueron ganaderos. Por eso, desarrolla su oficio en el rural, para encontrar inspiración y, en cierto modo, continuar con el estilo de vida de sus antepasados. Del País Vasco a Andalucía. Allí, Sara se muestra orgullosa de ser la cuarta generación de una saga de ganaderos y de los cerdos ibéricos que crían en su dehesa. Sara se fue del pueblo y tras probar suerte en otras actividades, comprendió que su futuro estaba en la tradición. La prosperidad llegó cuando conectó con sus raíces.