La República Checa, formada por las regiones de Bohemia y Moravia, es un joven Estado que recoge la memoria de un viejo y bello país. Pocos lugares del continente componen un espejo tan rico y deslumbrante de los avatares de Europa. El río Moldava, cantado por Smetana, la recorre de sur a norte y forma su delicada columna vertebral. A sus aguas se asoman los puentes de la capital, Praga, la ciudad de Kafka, Hasck y Rilke, una de las más hermosas capitales del mundo, que ha guardado milagrosamente intacto un rico patrimonio acumulado durante un largo milenio. Pero el país es más que la capital. Son también Karlovy Vary y las fascinantes ciudades balneario, auténticos museos de la arquitectura de la Belle Epoque. Los palacios que puntean sus bosques como en Cesky Krumlov. Las tradiciones populares, algunas tan célebres en todo el mundo como la fabricación del cristal de Bohemia o la elaboración de cervezas, que tiene su cuna más conocida en la ciudad de Pilsen. Un mundo abigarrado y llen