Entre el Rif y las elevaciones del Medio Atlas se esconden las esencias del Marruecos eterno. La fertilidad de la tierra propició el desarrollo desde el tiempo de los romanos, cuyas huellas se conservan en Volúbilis. En sus proximidades, la llegada del Islam quedó reflejada en la ciudad santa de Mulay Idris, convertida desde entonces en centro de peregrinación. La magnificencia de las dinastías reales elevó la importancia de las tierras del Atlas Medio al levantar Fez y Mekines, las ciudades imperiales que miran a los bosques de cedros protegidas por kilómetros de murallas.Penetrar en Fez permite conocer el centro espiritual del país. En el laberinto de su medina milenaria se descubren las claves del antiguo Marruecos. Mezquitas, madrazas y riyads conservan el influjo de la arquitectura andalusí, mientras en las callejas vibra la actividad incesante del mayor centro artesanal. Desde Fez se parte hacia el Marruecos oriental en busca de las arenas del desierto. El trayecto resume un sin