Desde fines del siglo XIX, la mujer comienza a demandar una nueva posición social. En España, influida por el liberalismo y debido a la incipiente industrialización, algunas mujeres salen del trabajo del hogar, donde estaban apartadas de la economía y la cultura, para incorporarse al taller o la fábrica. A principios del siglo XX irrumpen en el espacio público y toman conciencia de la necesidad de organizarse para ver reconocidos sus derechos.