Cuando uno piensa en los monjes budistas, se imagina a hombres que habitan en templos sagrados y se dedican al estudio de las enseñanzas de Buda, la meditación y el entrenamiento de la mente. Pero en Sao Paulo, un grupo de monjes ha convertido el helipuerto de un rascacielos de 37 plantas, en su nuevo templo de zen, donde acuden a meditar una vez al mes.