Hartos de pintadas y garabatos, unos vecinos de la ciudad ucraniana de Kiev, encargaron a un artista callejero pintar un grafiti, que embelleciese las paredes de su edificio. Para ello el joven pintor Oleksiy Prymak, decidió dibujar un tema religioso más propio del Renacimiento, pero pasado por el tamiz de la actualidad.