Hay un lugar en Turquía que al parecer se escapa de los recorridos turísticos más habituales para extranjeros pero es muy habitual entre los oriundos. Se llama Pamukkale, que significa "castillo de algodón", porque allí el agua que brota naturalmente de las fallas, que tiene mucho calcio, al discurrir por las rocas las tiñe de blanco y al precipitar forma travertinos con diseños imposibles. Está situado en el valle del río Menderes al suroeste del país y la UNESCO lo ha reconocido como Patrimonio de la Humanidad por su peculiar naturaleza. 15/02