El color morado de los campos de lavanda y lavandín no para de extenderse en las provincias de Guadalajara y Cuenca. En esta última, las hectáreas cultivadas se han duplicado en el último año alcanzando las cuatrocientas. Y es que esta planta aromática se presenta como una alternativa a los cultivos tradicionales del girasol o el cereal, pues su margen de ganancia triplica los de estas variedades.