Era el 19 de marzo de 1923 y Luis Buñuel acordó por escrito la creación de la Orden de Toledo. Le fascinaba la historia de la ciudad y le atraía sin remedio el imprevisible laberinto de sus calles. Su amor por Toledo se contagió a sus compañeros de la Residencia de Estudiantes de Madrid: Lorca, Alberti, Dalí, Pepín Bello, Teresa León y otros muchos más.