Es una de las especias favoritas de los amantes del dulce. Su evocador nombre es sinónimo de aromas sutiles.Tiene que ser auténtica, porque para los puristas, ya sean pasteleros o heladeros, la vainilla solo puede ser natural. Sin embargo, desde que el mercado se volvió loco, los revendedores de aromas artificiales se frotan las manos.Un viaje desde los bosques primarios de Madagascar hasta las islas de la Polinesia, donde los cultivadores buscan engrandecer esta vaina verde para el deleite de nuestras papilas gustativas.