Don Quijote y su fiel Sancho recorren las tierras de La Mancha en este largo, mezcla de ficción y documental, que busca analogías y diferencias entre la novela y la vida real de Miguel de Cervantes. Con motivo de la conmemoración del IV Centenario de la publicación del Quijote, el realizador toledano Rafael Alcázar se puso al frente de esta producción híbrida entre la ficción y el documental. Rodada fundamentalmente en La Mancha, la película contó con un presupuesto modesto, aunque no por ello el rodaje estuvo exento de complicaciones. De hecho, además de los problemas derivados de filmar con animales, la producción de la cinta estuvo marcada por dos graves accidentes provocados por el desprendimiento de las aspas de los clásicos molinos manchegos. Por desgracia, uno de los infortunios derivó en la muerte del director de producción, Manuel Manchón. Al margen del desafortunado rodaje, el largometraje pretende divulgar los valores morales y universales de la novela cervantina.