La curiosidad es la que guía a Alejo Huerta (Tudela, 1992), quizá sea esa la herencia genética más marcada en su carácter, la que le llevó a poner su mirada en la música. Estudiante de saxofón en el conservatorio desde los nueve, a los doce años se agarró a su primera guitarra para, acto seguido, empezar a escribir canciones. Testigo de su tiempo y sabiendo que John Coltrane era algo tan respetable como inalcanzable para su edad, disfrutó y asimiló tanto el rock navarro (Koma, Marea, Tahúres Zurdos o Barricada) como el rock peninsular marcado por los modales de unos Extremoduro, Rosendo o Platero y Tú, pues, como tantos otros de su generación, le llegó primero la hornada del Rock Estatal que los clásicos del rock anglosajón, aunque una vez más, la curiosidad haría que recalase, con cada vez más devoción, en las bíblicas discogr
