Catalina y Pelayo ultiman los detalles del primer envío de mermeladas con destino a Madrid. Todo parece salir a pedir de boca, pero la intromisión de la marquesa provoca un agrio desencuentro. Se descubre por fin que parte del éxito del envío de las confituras corresponde a Feliciano, que, sin fiarse de Petra, acudió en persona a hacer el encargo de tarros que don Pelayo le había encomendado. Abel continúa fingiendo delante de Jana que sufre mucho por el malogro del embarazo de Jimena y esto provoca un acercamiento entre los dos. Manuel sí que sigue todavía afectado por la pérdida de su hijo, así que decide centrar su atención en la misteriosa desaparición de Ramona. Empujado por Jana vuelve a enfrentarse a su madre. Candela ultima los preparativos para su viaje con el maestro a espaldas de todos, excepto de Simona. Se marcha de La Promesa, y quizás para siempre.